De epitafios y sonrísas
Un epitafio es la síntesis de una vida en una lápida, el reflejo de una existencia o las vivencias finales de un ser en pocas palabras. En definitiva, el espíritu de una persona sobre piedra.
HUMORADAS
Entre los que predomina el humor se puede hallar el de Groucho Marx (1890-1970) "Disculpe que no me levante", o la ironía, como en el de Moliere (1622-1673), que dejó escrito este epitafio, quizás sospechando que moriría sobre las tablas: "Aquí yace Moliere, el rey de los actores. En este momento hace de muerto y de verdad que lo hace bien".
SERES QUERIDOS
Algunos recuerdan a los seres queridos con méritos mayores a los que lucieron en vida. "Si queréis los mayores elogios, mor¡os", nos recuerda Jardiel Poncella (1901-1952).
Otros evocan amablemente a la mujer amada. "Viniste en sueños, viviste en mi corazón, fuiste parte de mis pensamientos, hermosa dama te extrañamos" (Araceli Zatsepam en Hollywood Memorial Park, California, EE.UU.).
CONYUGES
Muchos relatan sus desventuras maritales, como un tal Anthony Drake: "A la memoria de Anthony Drake, que murió buscando paz y silencio, su esposa constantemente lo molestaba y buscó reposo en un ataúd de 12 dólares".
Hay testimonios de trifulcas conyugales menos discretas y más hirientes: "Aqu¡ yaces y haces bien. Tu descansas y yo también".
Las desavenencias matrimoniales suelen ser una fuente inagotable de recuerdos póstumos: "Aquí yace mi marido, al fin rígido" (evidentemente escrito antes de la ‚poca del Viagra).
Unos lo hacen con un afortunado adiós: "Señor recíbela con la misma alegría con la que te la mando", y otros sólo evocan la relación distante que los unió "Aquí yace mi mujer, fría como siempre".
A DIOS
Muchos epitafios invocan la piedad divina "Jesús mío, misericordia", puso Al Capone (1899-1947) sobre su tumba. Unos pocos, como el escritor Miguel Unamuno (1864-1936) plantean paradojas teológicas difíciles de dilucidar "Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo", mientras otros acatan la voluntad celestial con alguna reticencia: "Fallecido por la voluntad divina y la ayuda de un médico imbécil".
LOS MEDICOS
Resulta imposible pasar por un cementerio sin invocar alguna imprecisión de los galenos, en el lugar donde suelen enterrar a sus pacientes y sus errores. "Les dije que estaba enfermo", escribió un tal John London.
"Yo les decía que este médico no era de fiar", "La operación de próstata fue un éxito. Ya no me levanto para orinar".