La vida te da sorpresas!!! Y la noche más!!!
Era una fría noche de sábado de aquel invierno del ´97, la barra estaba lista para salir a bailar, y en lo posible conseguir alguna compañía para pasar la noche.
El sitio elegido era La Luna, ubicado en Moreno casi llegando a Lima, que había suplantado al mítico Sudaca, aquel boliche que había nacido en San Telmo, en Humberto I y Tacuarí, y que luego se había mudado a la Calle Sarmiento casi llegando a Callao. La elección era fácil, la entrada costaba $5 de aquella época, tenía una consumición y el lugar quedaba muy cerca del barrio.
La noche empezó como cualquier otra, la típica rondita y los buitres mirando para todos lados para ver qué podían "cazar". El Detus ya había partido a perderse en los brazos de alguna, Wally tomaba en la barra su Fernet y el Ale, Tuco, Mariano, Luquitas y los dos Tito caminaban perdidos por entre la gente viendo qué había. Pero dos del grupo ya tenían a sus "presas" a la vista, Felipe y el Veter observaban a esas dos morochas que no paraban un segundo de bailar y agitar sus caderas, entre tanto frenesí Felipe lo encaró al Veter y le dijo: "Mirá esas dos, están bárbaras, Veter yo voy con la alta, que son las que más me gustan y vos andá con la perisita. ¿Dalé?". El Veter, sin más vueltas, salió corriendo a encarar a la más bajita, mientras Felipe hacía lo mismo con la otra.
Chamuyo va, chamuyo viene la cosa es que Felipe ganó y se pudo acercar a esos labios, mientras el Veter peleaba por robarle un beso a esa petisita que lo tenía a maltraer poniéndole distancia.
Cuando Felipe se acercó no lo podía creer, sintió que le raspaba la cara, rápido de reflejos se alejó (asustado tal vez) confundido por la situación. La chica era linda, flaca y alta, pero algo le preocupaba y la poca luz en el lugar hacía que esa preocupación no cesará. Miró a su amigo, que rebotado por la petisa estaba viendo qué podía hacer, y fue y le dijo: "Veter me parecé que es un trolo, ¡me pinchó la cara! Por favor, vení a sacarme le duda que estoy desesperado", el Veter no lo podía creer y fue con su amigo a ver a esa flaca que le creaba dudas a su amigo.
Felipe la encaró de nuevo y mientras le tocaba la cara y el cuello tratando de sentir un pinchazo o la nuez le dijo: "Qué linda que sos, qué piernas duras tenés", a lo que ella sonriente le respondió: "No es lo único duro que tengo y no sé si te lo quiero mostrar". Felipe estaba desesperado, ya no sabía qué pensar, y cuando lo vio a su amigo esperando una señal de éste para que lo sacara de la duda se quedó atónito... el pelotudo había vuelto a encarar a la petisa dejando a Felipe sólo, luego se escudaría en las luces y la falta de visibilidad del lugar, pero eso no era cierto, sus hormonas estaban a mil y la petisa lo obnubilaba, a tal punto que dejó a su amigo solo y sin saber qué hacer.
Felipe huyó despavorido, más tarde lo encontró a Tito Heavy y surgió el diálogo siguiente:
-Tito me transé un traba.
-No podés ¿cómo no te diste cuenta?
-No sé, encima al pelotudo del Veter le dije que me dijera qué era y se hizo el boludo y miró para otro lado.
-¿Pero estás seguro?
-Seguro 100% no, pero 99% sí.
-Bueno esperemos a que salga y lo cagamos a piñas (salida típica de Tito con sus arranques de patotero de zaguán).
-No dejá, yo caí en el juego y ahora me la tengo que comer (la caída en el juego no otra cosa, se entiende ¿no?).
-Bueno vamonos.
-Si dale, prefiero quedarme con la duda a ver qué era en verdad.
Y partió todo el grupo a tomar el colectivo que los llevara a su barrio.
Nunca más volvieron a La Luna, y Felipe a partir de ese día no sólo se fijo dos veces qué era lo que se encaraba sino que además nunca más eligió al Veter como acompañante. Y es el día de hoy que ante las preguntas insistentes el señala que "la verdad, si lo pienso dos veces, era un tipo", y se pone a reír y a putear a su compañero de andanzas que no lo ayudó.
Agradezco al Doc9 su invalorable aporte a esta historia.