Bienvenito
(Iván Noble, Intemperie -1997-)
Tu sonrisa se hizo el pan con dulce de mis mañanas
Lugar de encuentro de conocidos y desconocidos donde opinamos y abordamos diferentes temas, tanto deportivos como políticos, sociales y culturales
Se nos fue el “Marqués”
El viernes por la noche, a los 71 años, dejó de existir el Marqués Rubén Sosa, un delantero exquisito, goleador y experto cabeceador que brilló en el Racing Club y jugó para el seleccionado argentino en el Mundial de Chile.
Un problema de diabetes complicó la salud del estelar delantero, pero sus riñones finalmente perdieron la batalla.
Rubén Héctor Sosa, fue campeón con Racing en 1958, año en que llegó al club, y 1961. Con la celeste y blanca disputó 151 partidos y anotó 82 goles hasta el 64.
Fue goleador del equipo en 1959, 1960 y 1962, justo cuando no se lograron los títulos, aunque en cada uno de los logros marcó 11 tantos. En la Selección jugó 18 y anotó 11 veces, incluidos dos Sudamericanos y un Mundial, el de Chile 1962.
Era un futbolista elegante, fino, que se ganó el apodo de Marqués porque parec¡a de la realeza dentro del campo de juego.
Había nacido el 14 de noviembre de 1936 y luego de jugar en Platense llegó a Racing en 1958. Además de su técnica con el pie, su cabezazo es uno de los más recordados en la historia de la Academia, con un poder para anticipar a defensores y trasformar su frente en un botín.
Quizás la delantera académica que mejor sale de memoria es la que integró en esa época brillante del club junto a Corbatta, Pizzuti, Mansilla y Belén.
El astro se fue de Racing en 1964 para pasar a Cerro y luego Nacional de Montevideo. Allí formó otra delantera histórica del fútbol sudamericano con el brasileño Celio Taveira.
El Marqués siguió dando espectáculo. Tanto que fue a Estados Unidos una temporada a mostrar su talento para enseñar lo que es jugar al fútbol.
Regresó en 1968 para actuar en Flandria junto a su amigo e ídolo Mansilla. Sus otros referentes fueron Corbatta, Belén y Pelé, a quien enfrentó en el famoso amistoso de septiembre de 1961 entre Racing y Santos.
De epitafios y sonrísas
Un epitafio es la síntesis de una vida en una lápida, el reflejo de una existencia o las vivencias finales de un ser en pocas palabras. En definitiva, el espíritu de una persona sobre piedra.
HUMORADAS
Entre los que predomina el humor se puede hallar el de Groucho Marx (1890-1970) "Disculpe que no me levante", o la ironía, como en el de Moliere (1622-1673), que dejó escrito este epitafio, quizás sospechando que moriría sobre las tablas: "Aquí yace Moliere, el rey de los actores. En este momento hace de muerto y de verdad que lo hace bien".
SERES QUERIDOS
Algunos recuerdan a los seres queridos con méritos mayores a los que lucieron en vida. "Si queréis los mayores elogios, mor¡os", nos recuerda Jardiel Poncella (1901-1952).
Otros evocan amablemente a la mujer amada. "Viniste en sueños, viviste en mi corazón, fuiste parte de mis pensamientos, hermosa dama te extrañamos" (Araceli Zatsepam en Hollywood Memorial Park, California, EE.UU.).
CONYUGES
Muchos relatan sus desventuras maritales, como un tal Anthony Drake: "A la memoria de Anthony Drake, que murió buscando paz y silencio, su esposa constantemente lo molestaba y buscó reposo en un ataúd de 12 dólares".
Hay testimonios de trifulcas conyugales menos discretas y más hirientes: "Aqu¡ yaces y haces bien. Tu descansas y yo también".
Las desavenencias matrimoniales suelen ser una fuente inagotable de recuerdos póstumos: "Aquí yace mi marido, al fin rígido" (evidentemente escrito antes de la ‚poca del Viagra).
Unos lo hacen con un afortunado adiós: "Señor recíbela con la misma alegría con la que te la mando", y otros sólo evocan la relación distante que los unió "Aquí yace mi mujer, fría como siempre".
A DIOS
Muchos epitafios invocan la piedad divina "Jesús mío, misericordia", puso Al Capone (1899-1947) sobre su tumba. Unos pocos, como el escritor Miguel Unamuno (1864-1936) plantean paradojas teológicas difíciles de dilucidar "Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo", mientras otros acatan la voluntad celestial con alguna reticencia: "Fallecido por la voluntad divina y la ayuda de un médico imbécil".
LOS MEDICOS
Resulta imposible pasar por un cementerio sin invocar alguna imprecisión de los galenos, en el lugar donde suelen enterrar a sus pacientes y sus errores. "Les dije que estaba enfermo", escribió un tal John London.
"Yo les decía que este médico no era de fiar", "La operación de próstata fue un éxito. Ya no me levanto para orinar".
Los slogans:
El humor en la vida
Una vida sin humor es una vida aburrida y melancólica. Por suerte, mucha gente se ha dedicado a pergeñar pensamientos -profundos o no- que enriquecen el placer cotidiano. Lo han hecho y lo hacen sobre distintos temas, estos son:
LA RELIGION
Un asunto delicado si los hay, pero al ser tratado con fina ironía no puede ofender a nadie. El genial Woody Allen dijo una vez: "Ella era atea y yo agnóstico. No sabíamos en qué religión educar a nuestros hijos", mientras que cierto autor escribió sarcásticamente: "Una vez me hice ateo, pero no me gustó: no tienen fiestas".
Llama la atención que Golda Meir (respetada estadista jud¡a) se animara a alguna chanza en cuanto a esta materia: "Cómo no nos vamos a quejar de Moisés los israelíes! Se tomó cuarenta años y nos trajo al único lugar de todo Medio Oriente en el que no hay petróleo".
Una frase anónima -recogida en su momento por Matthew Lipman (sociólogo estadounidense)- se¤ala brevemente: "Dios no está muerto; está vivo, saludable y trabajando en un proyecto menos ambicioso".
LA POLITICA
Esta ha sido siempre otro objeto v¡ctima de la mordacidad. El norteamericano Edgar Abbey comentó seriamente que "un patriota debe estar siempre listo para defender a su país contra su gobierno". En el siglo XVIII, durante un duelo entre cierto corsario francés -llamado Surcouf- y el comandante de un barco británico, antes de empezar el enfrentamiento el inglés se dirigió despectivamente a su contrincante: "Ustedes los franceses, se baten por la plata; nosotros, los ingleses, nos batimos por el honor". Impecable la réplica del galo: "Cada uno, señor, se bate por lo que más le hace falta".
El primer ministro inglés Winston Churchill aseveró: "La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez". Algo similar a lo se¤alado por Abraham Lincoln: "Hay momentos en la vida de todo político en que lo mejor que puede hacer es no despegar los labios". Y aquí regreso a Woody Allen: "La vocación del político de carrera es hacer de cada solución un problema".
Un anónimo señaló que "la política es el arte de buscar problemas; encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados", y George Bernard Shaw escribió: "La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos".
EL ALCOHOL
Los brebajes etílicos siempre han dado pretexto a divertidos sarcasmos. Nuevamente retornó a Woody Allen quien acuñó esta frase: "No s¢lo de pan vive el hombre. De vez en cuando también necesita un trago", y tanto es as¡ que se justifica con esta línea: "El alcohol mata lentamente. No importa. No tengo apuro".
El gran actor y cantante Frank Sinatra ha reflexionado: "Me da pena la gente que no bebe. Cuando se levantan a la mañana ya saben que se van a sentir exactamente as¡ a la noche".
Para concluir con el tema, van aquí varias locuciones ilustrativas: "Si bebes para olvidar, paga antes de empezar". "He le¡do tanto lo mal que hace el vino, que dejé de leer". "El vino para los gustos. El agua para los sustos". "Mal por mal... más vale la taberna que el hospital". "El vino para los reyes; el agua para los bueyes". "El agua separa los pueblos; el vino los une". "La realidad es una ficción provocada por la falta de alcohol".
EL SEXO
El sexo ha sido por lo general una gran veta de inspiración para ejercer la ironía. "El primer año es el más difícil -se ha dicho-, los demás son imposibles". Véanse otras expresiones no menos ingeniosas, aunque por supuesto capciosas: "El que tiene una buena mujer y la pierde, no sabe lo que gana". "No se case por dinero, usted puede conseguir un préstamo m s barato". "He tenido dos matrimonios infortunados. De la primera esposa me divorcié. Con la segunda todavía estoy casado". "Estoy enamorado de la misma mujer que desde hace cuarenta a¤os. Si mi esposa se entera me mata". Y otra vez Frank Sinatra: "Un hombre no conoce lo que es la felicidad hasta que se casa. Pero ya entonces es demasiado tarde". "Los solteros deber¡an pagar impuestos; no es justo que algunos hombres sean m s felices que otros". Oscar Wilde, sin duda uno de los grandes clásicos del sarcasmo, señaló: "Cualquier hombre puede llegar a ser feliz con una mujer con tal de que no la ame". Y por último: "Casarse por segunda vez es el triunfo de la esperanza por sobre la experiencia".
LA LOCURA
Una frase memorable en torno a cierta especialidad médica: "Neurótico es el hombre que construye castillos en el aire; psicótico quien intenta vivir de ellos, y psiquiatra el que cobra el alquiler".
Otra: "La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco".
LAS PROFESIONES
No se ha salvado la música: "Me niego a escuchar a Wagner. Cada vez que lo hago siento irresistibles ganas de invadir Polonia".
Ni los autores: "Quienes escriben claro tienen lectores; quienes escriben oscuro tienen comentaristas", dijo Albert Camus.
Y tampoco los historiadores: "La dificultad es una excusa que la historia nunca acepta", apuntó John Kennedy.
“Historias negras del fútbol argentino”
De Alejandro Fabbri (Capital Intelectual)
Dos lecturas pueden hacerse de “Historias negras del fútbol argentino”, el trabajo que acaba de concluir un experto en la materia como es el periodista Alejandro Fabbri. Una, muy sencilla, pone de manifiesto que el deporte más lindo del mundo vive salpicado por desórdenes que lo oscurecen hasta hacerlo insoportable, sobre todo para quienes lo rechazan a partir de un desconocimiento profundo o, simplemente, por una cuestión de gustos. Y la otra es que, con sus miserias a cuestas, como la vida misma, vale la pena disfrutarlo, sentirlo y vivirlo, para extraer de tan grato juego sus mejores cualidades, esas virtudes que lo hacen diferente a cualquier otro deporte que se haya inventado jamás en la historia de nuestro planeta.
Es cierto, tan crudas surgen las anécdotas (una detrás de otra) en la narración de Fabbri a través de documentos concretos, que se hace imprescindible tener un estómago a prueba de balas para digerir los textos sin perderle el gustito al juego de la pelota. Historias de sobornos e incentivaciones nacidas ya antes del profesionalismo en el fútbol (el autor arranca por el principio, como buen historiador, y ofrece un rastreo minucioso que arranca en 1907 y llega hasta mediados de los 70), de violencia dentro y fuera de las canchas, de engaños y desengaños, de mentiras y actos heroicos, de ardides políticos con tintes mafiosos para favorecer a determinados clubes -siempre a los más poderosos- salen a la luz con una fuerza extrema y no hacen más que, como mínimo, invitar a la reflexión.
El prologó de Víctor Hugo Morales es la frutilla del postre, aunque, claro, el lector se topa con éste al principio de la obra... El uruguayo, con su estilo y elegancia habituales, abre la puerta de un túnel oscuro que parece insoslayable atravesar por todos los que alguna vez sufrimos, lloramos, gritamos, transpiramos o nos emocionamos jugando o viendo jugar al fútbol.
Las anécdotas casi bordean lo inverosímil: hinchas que pretenden ahorcar a un árbitro tras un fallo polémico, árbitros que se defienden de la furia de hinchas y futbolistas a punta de pistola, jugadores que se rebelan contra el referí y se sientan en el campo mientras sus adversarios los golean.
Algunas frases de Alejandro Fabbri para destacar: