¿El cobarde Sobremonte?
Hay un dicho inglés que curiosamente no tiene equivalente en nuestro idioma: A little knowledge does a lot of harm, literalmente significa: "Escasos conocimientos producen grandes daños". La vida, la historia y las ciencias ofrecen magníficos ejemplos sobre la veracidad de esta afirmación.
La escasez de conocimiento conduce al prejuicio, que es mucho más peligroso que la ignorancia, ya que el ignorante se abstiene de actuar mientras que el prejuicioso impone sus conocimientos limitados a los demás. En la historia abundan estos ejemplos, y yo diría que el primero de los personajes históricos que debió sufrir este estigma fue el Marquez de Sobremonte, virrey del Río de la Plata, de triste fama. Tan triste que muchos lo consideran el primer gobernante corrupto de estas orillas, cuando en realidad no lo fue, y a decir verdad lo precedieron muchos otros funcionarios de reconocidas habilidades para el latrocinio.
Le tocó al virrey vivir un momento crítico en la vida de esta colonia, cuando marinos y soldados ingleses, enterados de que en Buenos Aires descansaba un suculento tesoro, decidieron invadir esta colonia hispana, no sólo con ansias expansionistas sino además con intención de apropiarse indebidamente del oro y la plata de la corona del rey España. El virrey contempló desde el fuerte el desbande de las milicias populares ¿Qué hacer? La lógica era poner a salvo el tesoro y buscar refuerzos. La ciudad de Buenos Aires era, a diferencia de la fortificada Montevideo, una ciudad difícil de defender por su chatura. De allí que el virrey se dirigió a Córdoba, ciudad que bien conocía, a organizar la reconquista. Los ingleses fueron en su búsqueda o, mejor dicho, en búsqueda de los caudales, los cuales luego de ser capturados fueron paseados triunfalmente por las calles de Londres. El virrey continuó su camino, organizó un ejército de 3.000 hombres y ya volvía desde Córdoba a reconquistar la capital de su virreinato cuando se entera de que Liniers había vencido a los ingleses y de que los porteños no quieren saber nada con él. La cautela de Sobremonte fue tomada por cobardía. Un año más tarde, estando en Montevideo, y cuando aún se discutía su accionar como virrey, también se dio a la fuga antes que la ciudad fuese tomada por los ingleses. El único atenuante fue que eran 15.000 los invasores que hostigaron la plaza oriental. El juicio al virrey fue ventilado en las cortes españolas que, después de muchas idas y vueltas, en 1813 sobreseyó al Marquez. Curiosamente para entonces él se había casado en segundas nupcias con la sobrina del virrey Cisneros, último mandatario español en el Río de la Plata. Hombre de fortuna sin descendencia donó parte de sus bienes para dotar a jóvenes sin medios para aportar al matrimonio.
Para la mitología popular Sobremonte es un sinónimo de cobardía y banalidad, el primero de una serie de funcionarios que ante la adversidad toman lo que no es suyo y hacen las valijas anunciando su defección con un escueto "yo me borro".
La escasez de conocimiento conduce al prejuicio, que es mucho más peligroso que la ignorancia, ya que el ignorante se abstiene de actuar mientras que el prejuicioso impone sus conocimientos limitados a los demás. En la historia abundan estos ejemplos, y yo diría que el primero de los personajes históricos que debió sufrir este estigma fue el Marquez de Sobremonte, virrey del Río de la Plata, de triste fama. Tan triste que muchos lo consideran el primer gobernante corrupto de estas orillas, cuando en realidad no lo fue, y a decir verdad lo precedieron muchos otros funcionarios de reconocidas habilidades para el latrocinio.
Le tocó al virrey vivir un momento crítico en la vida de esta colonia, cuando marinos y soldados ingleses, enterados de que en Buenos Aires descansaba un suculento tesoro, decidieron invadir esta colonia hispana, no sólo con ansias expansionistas sino además con intención de apropiarse indebidamente del oro y la plata de la corona del rey España. El virrey contempló desde el fuerte el desbande de las milicias populares ¿Qué hacer? La lógica era poner a salvo el tesoro y buscar refuerzos. La ciudad de Buenos Aires era, a diferencia de la fortificada Montevideo, una ciudad difícil de defender por su chatura. De allí que el virrey se dirigió a Córdoba, ciudad que bien conocía, a organizar la reconquista. Los ingleses fueron en su búsqueda o, mejor dicho, en búsqueda de los caudales, los cuales luego de ser capturados fueron paseados triunfalmente por las calles de Londres. El virrey continuó su camino, organizó un ejército de 3.000 hombres y ya volvía desde Córdoba a reconquistar la capital de su virreinato cuando se entera de que Liniers había vencido a los ingleses y de que los porteños no quieren saber nada con él. La cautela de Sobremonte fue tomada por cobardía. Un año más tarde, estando en Montevideo, y cuando aún se discutía su accionar como virrey, también se dio a la fuga antes que la ciudad fuese tomada por los ingleses. El único atenuante fue que eran 15.000 los invasores que hostigaron la plaza oriental. El juicio al virrey fue ventilado en las cortes españolas que, después de muchas idas y vueltas, en 1813 sobreseyó al Marquez. Curiosamente para entonces él se había casado en segundas nupcias con la sobrina del virrey Cisneros, último mandatario español en el Río de la Plata. Hombre de fortuna sin descendencia donó parte de sus bienes para dotar a jóvenes sin medios para aportar al matrimonio.
Para la mitología popular Sobremonte es un sinónimo de cobardía y banalidad, el primero de una serie de funcionarios que ante la adversidad toman lo que no es suyo y hacen las valijas anunciando su defección con un escueto "yo me borro".
1 comentario:
le puede pedir prestada la frase a
Casildo Herreras "yo no me borré"
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